Capacitación vocacional para volver a empezar
El PNUD está ayudando a transformar las prisiones de Sudán del Sur en instituciones de reforma y reintegración.
En colaboración con el Servicio Nacional de Prisiones y la financiación del Reino de los Países Bajos, se ha establecido un centro de formación profesional en la Prisión Central de Juba.
Desde 2016, más de 100 reclusos bajo formación se han graduado del programa y han sido puestos en libertad.
Ben
“Fui puesto en libertad el 29 de enero de 2018 a las 9:42 de la mañana en punto. Lo recuerdo vívidamente”.
Ben obtuvo su certificación en instalación eléctrica y solo ha regresado a la prisión para dar lecciones prácticas y teóricas. Ha visitado a 196 aprendices liberados para apoyarlos en el proceso de adaptación a la vida fuera de prisión.
Ben, oriundo de Torit, cumplió siete años de una sentencia de 20 años en prisión por un cargo de delincuencia financiera que afirma no haber cometido. Mientras asistía a clases conoció a abogados que pudieron ayudarlo con su caso.
Ahora prefiere enseñar y apoyar a los reclusos acusados de delitos graves que han sido liberados.
“Aunque para muchos es difícil conseguir un empleo formal cuando salen de la cárcel, confío en que lo que aprenden se propagará y se convertirá en algo bueno”, dice.
Peter
En una concurrida intersección de Ministries Road en Juba, donde resuenan los pitidos de los taxis boda-boda y los silbatos de los oficiales de la policía, un barbero llamado Peter le corta el pelo a su cliente.
Peter, de 23 años y originario de Yirol, fue encarcelado a los 16 años tras una pelea que se cobró una vida. Pudo evitar la pena de muerte por ser menor de edad, pero no pudo recaudar los fondos para pagar la fianza y las multas. El 23 de julio de 2017 fue puesto en libertad, después de haber pasado cinco años en prisión.
“La prisión me enseñó a ser paciente y me hizo ver lo rápido que se puede perder el camino y la motivación”, dice.
Su peluquería tiene dos sillas y es aquí donde descubrió que su habilidad innata para interactuar y construir relaciones con los clientes es lo que más favorece a su negocio.
“No quiero terminar aquí. Quiero seguir adquiriendo experiencia y, con más herramientas y buena reputación, pasaré de este puesto a un verdadero establecimiento”, dice.
Christine
“Quiero salir adelante y no me daré por vencida.”
Christine pasó dos años y tres meses en prisión por delitos financieros. En marzo de 2017, fue puesta en libertad cuando completó un curso de formación en peluquería y estética.
“El certificado de reconocimiento no basta, a menos que se le haga seguimiento a lo aprendido. Sé que con el plan que formulé, puedo establecer contactos y trabajar de manera productiva”, afirma Christine. Desde que salió de prisión ha trabajado en el salón de un amigo, se ha dedicado a la venta de artículos de segunda mano, además de tener en mente otra idea emprendedora.
“No quiero perder este incentivo. Sé cómo perseverar y sé que puedo lograr lo que me proponga”.
Richard
“Mi experiencia en prisión casi arruinó todo lo que había construido en mi vida.”
Richard, de 45 años, terminó la formación en soldadura y fabricación de metal e iniciativas empresariales. Al ser puesto en libertad, se unió a su hermano menor, Moses, para abrir un taller. Los hermanos ahora producen muebles de metal y materiales mixtos en el barrio Gudele de Juba.
“No dejaba de pensar en mi familia ni de preocuparme por su vida en el exterior. Estaba muy estresado”, recuerda Richard. Sus ganancias ahora proveen para su esposa y para pagar las cuotas escolares de sus seis hijos. “Mis hijos son inteligentes”, dice Richard. “Quiero que aprendan de mi experiencia y de mis esfuerzos, quiero que tengan educación y salgan adelante”.
En cuanto se vio liberado, Richard se unió al Comité de Relaciones Comunitarias de la Policía de su vecindario, iniciativa apoyada por el PNUD.
“El lugar donde nací, Yei, no es seguro e, incluso aquí en Juba, las personas no podrán ver un progreso real hasta que tengamos paz”, dice.
Richard y Mandela
“No quiero regresar”.
Richard y Mandela, ambos de 28 años, se hicieron amigos cuando se capacitaron en instalación eléctrica, mecánica automotriz y carpintería.
Mandela aprovechó el tiempo para ser productivo y superar el trauma que enfrentaba al estar encarcelado. Su amigo Richard, de Ecuatoria Oriental, cumplió dos sentencias. La última fue por cuatro años.
“Gracias al centro de formación, mi segunda experiencia no se puede comparar con la primera vez que estuve encarcelado”, dice Richard.
“Pasaba por una gran angustia en mi vida y luego terminé en la cárcel. El centro de formación profesional me permitió cambiar y me ha favorecido”.
“Cuando llevas la carga de cómo mantener a tus seres queridos estando encarcelado, no es fácil mantenerse positivo”. Mandela, que mantiene a sus padres, tres hermanos y tres hijos, quiere planear un mejor futuro para su familia.
Michael
“El trabajo va bien. La experiencia ganada me ayudará en el futuro para emprender más proyectos”.
Michael, de 29 años, pasó un año en prisión por verse implicado en una discusión y un altercado físico. El 24 de agosto de 2017 fue puesto en libertad.
El aprendiz de electricista ahora trabaja como aprendiz con uno de los tres equipos que están instalando nuevas líneas eléctricas en Juba, un proyecto de alto perfil que marca una nueva era de desarrollo en Sudán del Sur.
“Mi esposa sufrió mientras yo estaba en prisión porque no podía ayudarla”, dice Michael. “Hoy, mi objetivo es mantener a mis hijos y ganar lo suficiente para poder pagar un automóvil en el que podamos transportar a los niños a la escuela”.
Michael no sabía lo que era un oficio. Ahora, con sus conocimientos técnicos de instalación y diseño de electricidad, está contribuyendo al futuro de su país.
“Me enorgullece porque estoy trabajando en un proyecto que hará avanzar a Juba y a Sudán del Sur como país. Presenta muchos beneficios para nuestra comunidad”.
Texto y fotos: PNUD Sudán del Sur.