COVID-19 cambiará nuestras vidas y nuestra forma de trabajar
En la novela francesa, “La Peste”, Albert Camus pregunta si el sufrimiento puede existir, no en los individuos, sino como una experiencia pública compartida. La crisis, escribe, voltea el orden social existente y crea cambios de paradigma.
La crisis del coronavirus COVID-19 afecta todos los aspectos de la sociedad y todas las dimensiones del desarrollo sostenible. Pone a la vista las interconexiones sistémicas y rompe los límites sectoriales, institucionales o incluso nacionales, tal como lo hace el cambio climático.
Esta pandemia global puede ser excepcional y sin precedentes, pero no es inesperada. La resistencia a los antibióticos está creciendo y los cruces entre los humanos y la vida silvestre se están expandiendo. Es probable que el derretimiento de los glaciares en el polo norte libere millones de nuevas bacterias a las que nunca hemos estado expuestos.
Nos encontramos en un momento delicado. Nuestra habilidad, y la de nuestras instituciones públicas, para abordar los desafíos a escala de la civilización parece débil y descoordinada. Las naciones se han debilitado sistemáticamente en muchas partes del mundo, con funciones públicas centrales privatizadas, la confianza pública deteriorada, y el nacionalismo y la desconfianza en la ciencia en aumento.
Devastadora como ya es ahora, es probable que la crisis prolongada induzca efectos en cascada, lo que nos obliga a recodificar nuestras preferencias de larga data en favor de nuevos modelos de mitigación, adaptación y resiliencia.
Las cadenas de valor son complejas y, como se puede ver ahora, muy vulnerables. Las presiones sobre los sistemas de salud están aumentando. Es probable que la información privada y personal se comparta con los gobiernos sin consentimiento previo. La OCDE ha rebajado sus pronósticos de crecimiento y los mercados bursátiles mundiales están cayendo. Solo el planeta respira mejor.
La transición hasta ahora gradual de nuestro trabajo, educación y socialización hacia el espacio digital está experimentando una aceleración importante y puede cambiar la forma en que trabajamos, aprendemos y nos vinculamos.
A medida que la pandemia continúe, surgirán nuevas formas de operar, que finalmente influirán en el uso de edificios y espacios públicos, bibliotecas, universidades y escuelas. Si bien la adopción de la tecnología digital en nuestra región es alta, con cada vez más servicios públicos prestados en línea, la pandemia acelerará la velocidad a la que tiene lugar la transformación digital.
Es probable que el papel de la confianza y la trazabilidad aumente, que ganen fuerza las cadenas de valor más cortas y trazables, especialmente para alimentos y medicamentos, la expansión de la impresión 3D como una forma de producción descentralizada y más rápida, y las economías sin efectivo. Al mismo tiempo, el futuro de la economía colaborativa y los modelos de suscripción parece incierto. Es probable que la producción económica se descentralice y surja un fuerte impulso para la “restitución” de la producción, lo que afectará a las economías que dependen de la fabricación.
Las pandemias no discriminan, todas las personas pueden verse afectadas independientemente de su clase, raza o nacionalidad. Sin embargo, la atención médica y la experiencia del aislamiento y la enfermedad dependen de la ubicación, la riqueza, las protecciones y, en algunos casos, la edad. Esta nueva realidad impulsará la creación de nuevas formas de protección social y la expectativa de un sector público más fuerte.
La crisis nos obliga a pensar cómo podemos desarrollar soluciones que aborden problemas emergentes en momentos de alta incertidumbre. Hay dos ideas clave que vemos emerger:
- Requiere de la colaboración internacional, la transparencia y de un flujo continuo de información. Tener la infraestructura para acelerar las respuestas a cuestiones transnacionales es esencial para la preparación y la resiliencia. Experimentar más allá de las fronteras con nuevas tecnologías, captar las primeras señales de cambio, identificar nuevas vulnerabilidades en el sistema y en la sociedad, ya sea que mantener la vitalidad de las pequeñas empresas o abordar el aislamiento.
- Se necesitan carteras dinámicas para abordar los efectos a corto y largo plazo de la pandemia, para mapear los diferentes efectos, ver cómo están interconectados, y evaluar cómo nuestras herramientas y habilidades pueden implementarse y recalibrarse en condiciones como esta. Este proceso nos ayuda a determinar cómo podemos trabajar con nuestros socios y gestionar de manera coherente e iterativa los efectos en cascada sobre la vulnerabilidad, el clima y la economía.
Esta pandemia ha conmocionado a todo el mundo en un tiempo récord. Asegurar que los cambios estructurales no exacerben las desigualdades requerirá una gestión dinámica, un flujo continuo de información, aprendizaje y colaboración.
Puede, y debe, producir un cambio hacia una mayor y mejor cooperación internacional y una coordinación incontestada, en lugar del aislacionismo que vemos ahora. Podría producir un cambio de mentalidad y actitudes a todos los niveles, lo cual la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible han pedido con poco éxito, al menos hasta ahora.
Volviendo a Camus, “lo que aprendemos en tiempos de pestilencia es que en la humanidad hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”.
Gerd Trogeman es Gerente del Centro Regional de Estambul del PNUD. Lejla Sadiku es Especialista en Innovación para el PNUD Eurasia. Gracias a Indy Johar, Dark Matter Labs, Luca Gatti y CHORA Foundation por sus ideas y comentarios.