De pastizales a cafetales para preservar los suelos
Ubicada sobre la costa caribeña, la Biósfera del Río Plátano, es la mayor área protegida de Honduras. Con una extensión de 525.000 hectáreas de tierra, es hogar de una gran diversidad natural y cultural.
Esta gran reserva ecológica alberga especies emblemáticas como el tapir, el águila harpía, el jaguar y la guacamaya. En su territorio montañoso cubierto por una espesa vegetación tropical, conviven con la naturaleza la población indígena (etnias miskitu y pech) y los descendientes de habla inglesa (comunidades garífunas), quienes han preservado sus métodos de vida tradicionales.
En 1980, la UNESCO declaró la Biósfera del Río Plátano Patrimonio de la Humanidad. Pero a pesar de los esfuerzos de conservación, las prácticas agrícolas invasivas, la deforestación y la extracción ilegal de recursos, amenazan la integridad de los suelos de la región.
Al sur del área protegida se encuentra el municipio de Dulce Nombre de Culmí, que funciona como zona amortiguadora, absorbiendo las perturbaciones causadas por la actividad humana en la Biósfera del Río Plátano.
La planta de café, un sustento y un modo de preservación
Las comunidades de Dulce Nombre de Culmí han encontrado en la planta de café una respuesta al problema de conservación del suelo.
Apoyadas por el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del PNUD, siete comunidades sumaron las plantas de café a la siembra de sus cultivos pastorales, obteniendo lo que se conoce como un sistema agroforestal.
Estos sistemas, que combinan cultivos pastorales y árboles, son una opción sostenible para conservar los suelos degradados y reincorporarlos a la producción agrícola y ganadera. En el largo plazo, generan más y más productos diversos para vender a la comunidad, a la vez que aumentan la biodiversidad y contribuyen a la reforestación.
Este programa asistió a los agricultores con la siembra de café en 376 manzanas de tierra. De estas, 40% eran pastizales que alimentaban ganado, y ahora son áreas con mayor cobertura vegetal y biodiversidad.
Con la incorporación de árboles y arbustos, estos ecosistemas atraen a más pájaros y a pequeños mamíferos y reptiles. Al mismo tiempo, la mayor diversidad de plantas aumenta el número de insectos que nutren el suelo para la agricultura.
Maximiliano, un productor de café de la zona, explica cómo la incorporación del café mejoró los rendimientos económicos: “Es más rentable una manzana de café, que una manzana de pasto”, explica. Los ingresos se han incrementado en al menos un 140% con la siembra de café: ha pasado de unas 25 mil lempiras a 60 mil lempiras (USD $2.400) por manzana, ahora que el café tiene buen precio.
Los beneficios de los sistemas agroforestales se ven reflejados en la economía de la comunidad, ya que los frutos de los cultivos son sustento para las comunidades y, a la vez, apoyan la conservación de la biodiversidad y de los suelos. Como resultado, las primeras dos cosechas de café registraron ingresos superiores a los 33 millones de lempiras (USD$ 1.400 millones) para las comunidades de este municipio.
“Cuando las comunidades disfrutan de ingresos y negocios, ahí, se construye la esperanza y nace una relación a largo plazo para la conservación de los recursos naturales”, dice Hugo Galeano, Coordinador Nacional del PPD.
Texto: PNUD Honduras y Daniela Peris, pasante de Comunicación Digital del PNUD en Nueva York. Fotos: PNUD Honduras.