“Donde hay vida hay esperanza”

ONU Desarrollo
4 min readOct 6, 2021

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Cecília con cinco de sus siete hijos en frente de su nueva casa en construcción.

Antes de que el ciclón Idai barriese Mozambique en marzo de 2019, Cecília vivía en una choza de barro asentada en una zona propensa a las inundaciones con sus cuatro hijos y tres sobrinos huérfanos. Trabajaba en la agricultura y vendía los productos que cosechaba para ganarse la vida. Pero tras uno de los peores desastres naturales jamás vividos en el hemisferio sur, con 1,8 millones de personas afectadas y cientos de víctimas mortales, se vio obligada a empezar de cero.

“Perdí mi casa y mis documentos debido al ciclón. No tenía dinero ni un lugar en donde vivir. Tuve que encontrar la manera de continuar con mi vida”, dice.

Para empezar, Cecília y los niños fueron al centro de reubicación de Mandruzi. “En aquel momento, lo importante para mí era tener un lugar seguro y que fuera nuestro propio espacio, un lugar donde poder quedarnos”, dice Cecília recordando cómo ella y su familia tuvieron que trasladarse de refugio en refugió de manera temporal y cambiar de escuela varias veces.

Dos años más tarde, Cecília y los niños vivirán en una casa de cemento por primera vez. El Fondo para la Recuperación del PNUD, a través del Fondo para la Recuperación de Mozambique (MRF, por sus siglas en inglés), en coordinación con el Gabinete del Gobierno para la Reconstrucción y con fondos de la Unión Europea, Canadá, China, Finlandia, India, Países Bajos y Noruega, está apoyando a Cecília y a su familia mediante la construcción de una nueva casa y ofreciendo a los miembros de su comunidad oportunidades para ganar dinero.

Mozambique se encuentra en primera línea del cambio climático y la nueva casa de Cecília está construida para resistir los desastres naturales. Desde que empezaron las obras no pierde ojo a la construcción. “Veo los materiales que usan y hay una gran diferencia”, dice.

Cecília: “Veo los materiales que usan y hay una gran diferencia”.
Cecília y la nueva casa de su familia en construcción. Antes de que el ciclón Idai barriese Mozambique en marzo de 2019, Cecília vivía en una choza de barro asentada en una zona propensa a las inundaciones con sus cuatro hijos y tres sobrinos huérfanos.

En Mandruzi se están construyendo 160 casas, en su mayoría para personas mayores, madres solteras y personas con discapacidad o enfermedades crónicas. Los tejados reforzados y las ventanas están hechos por albañiles y artesanos locales bajo la supervisión de ingenieros y técnicos.

La construcción de casas más resistentes es una lección absolutamente necesaria para la comunidad. De 2019 a 2021, Mozambique ha recibido cuatro ciclones y todos ellos han causado víctimas mortales y daños a las infraestructuras y los servicios esenciales.

Las estimaciones apuntan a que el año 2100, los países más pobres del mundo podrían experimentar hasta 100 días de clima extremo más al año debido al cambio climático y Mozambique es uno de los 10 países con el desarrollo humano más bajo.

El impacto del ciclón Eloise, enero de 2021. De 2019 a 2021, Mozambique ha recibido cuatro ciclones, y todos ellos han causado víctimas mortales y daños a las infraestructuras y los servicios esenciales.
Impacto del ciclón Eloise, enero de 2021.

“Estas tormentas vinieron a molestarnos y nunca sabes lo que puede pasar, pero ahora la comunidad sabe cómo prepararse y está construyendo casas más sólidas”, dice Cecília.

El Fondo para la Recuperación está construyendo o rehabilitando más de 1.000 hogares, escuelas y mercados en la provincia de Sofala, en la región centro-este de Mozambique. Al menos 15.000 personas se beneficiarán directamente de esta iniciativa. También se están construyendo carreteras de acceso y canales de drenaje, generando así empleos para la comunidad local al mismo tiempo que se mejoran las infraestructuras.

Cecília también está desarrollando las habilidades laborales necesarias para mantener a su familia.

“Soy su madre y su padre”, dice. “Tengo que trabajar para que no se sientan mal porque les falte algo”, explica.

Los miembros de la comunidad recibieron herramientas, semillas y formación y plantaron un jardín con la ayuda del Fondo para la Recuperación del PNUD.
Residentes locales en su nuevo jardín.

Ella recibió algunas semillas y herramientas para el cultivo, además de un equipo para la crianza de patos, formó parte de asociaciones para fomentar el ahorro y los préstamos en su aldea y participó en la limpieza de los canales de drenaje en el vecindario y en la construcción del centro local de gestión y tratamiento de residuos.

Aprendió a producir fertilizante orgánico y se apuntó a cursos de emprendimiento y de corte y confección.

Con sus fertilizantes, sembró arroz, maíz y batata en su huerto, así como flores y otros vegetales en las huertas comunitarias. Mientras, sus patos han comenzado a poner huevos.

En medio de todo esto, Cecília ha podido acabar sus estudios de educación básica en la misma escuela en la que se guareció durante el ciclón Idai. Ahora está preparada para convertirse en una líder de su comunidad.

“Me gustaría movilizar y sensibilizar a otras personas, a mis vecinas, para que no pierdan la esperanza. Todo es un proceso. Donde hay vida, hay esperanza”, dice.

Cecília dando de comer a sus patos, que ya han empezado a poner huevos.
Cecília trabajando el compost para producir fertilizante orgánico casero. Las herramientas de mantenimiento y la formación fueron proporcionados por el Fondo para la Recuperación del PNUD.

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