El camino a Macomia: notas del diario de un asesor de SURGE
Por Craig Castro
Todo pasó muy rápido. Recibí una llamada de la Oficina de Crisis del PNUD y en dos días estaba en un vuelo hacia Guinea Ecuatorial. En marzo de este año, una serie de explosiones sacudieron la ciudad de Bata. El PNUD se apresuró a comunicarse con los asesores de SURGE: el personal de intervención inmediata se desplegó para aumentar la capacidad de las oficinas en los países después de una crisis. Durante mi entrenamiento SURGE a principios de año, me dijeron que estuviera listo para tal llamada. Con la bendición de mi esposa y mi gerente, estaba listo para partir.
Soy de los Estados Unidos y he dedicado más de 20 años al desarrollo internacional. He trabajado para el PNUD durante la última década: en Burundi, Yemen y la República Democrática del Congo, antes de unirme a la oficina en Libia. Mi primera toma de contacto con SURGE, ahora en su decimosexto año, fue durante una asignación en Burundi en 2016, donde estaba apoyando los esfuerzos de recuperación en medio de la mortal crisis étnica. Había estado en una lista de profesionales humanitarios antes, por lo que, naturalmente, estaba esperando una oportunidad similar en el PNUD.
Viajando a la zona de crisis
Quienes han estado en África saben que volar a través del continente puede ser difícil. Desde Túnez, donde el personal del PNUD en Libia rota debido a la capacidad limitada en Trípoli, me tomó más de 24 horas llegar a Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, con vuelos de conexión en El Cairo y Addis Abeba.
El transporte a Bata se había visto gravemente afectado por la pandemia y la única forma de llegar al lugar de las explosiones fue a través de un servicio de helicóptero operado por una compañía petrolera internacional. El equipo de la oficina en el país me aseguró un puesto en la misión de liderazgo local de la ONU. ¡Qué emocionante era volar con esas vistas tan increíbles!
El PNUD en Guinea Ecuatorial necesitaba un mecanismo para hacer un balance de la destrucción. Mi función inmediata fue colaborar con el gobierno local y las agencias asociadas de la ONU para establecer una evaluación de impacto. Durante mi visita a las zonas afectadas, vi casas arrasadas, ropa desgarrada y una muñeca quemada que ya no daría alegría a su dueña.
La respuesta de la evaluación fue rápida. Los hallazgos mostraron que el 99 % de los edificios en el perímetro de un kilómetro en donde se produjeron las explosiones habían sido dañados. Cuatro de cada cinco lugareños encuestados dijeron que habían sufrido una caída en los ingresos. El trabajo en la zona fue clave para la respuesta inmediata de los programas y ahora está ayudando a formular políticas de recuperación a largo plazo.
Un mes después de mi misión, y tras empezar a recopilar datos para la evaluación posterior al desastre, recibí otra llamada de Nueva York. Me iban a enviar a Mozambique. Viajó otro asesor de SURGE para avanzar en la evaluación con los colegas locales.
El camino a Macomia
Para responder al deterioro de la seguridad en el norte del país, en marzo se desplegó un equipo de socorristas en Cabo Delgado. Su objetivo era redactar un plan para la participación del PNUD en la provincia. A diferencia de Bata, el desafío aquí fue apoyar al creciente número de personas desplazadas por la militancia y promover la estabilidad. Mi misión era ayudar a establecer una oficina del PNUD en Pemba, la capital de Cabo Delgado, que implementaría la visión presentada por el equipo que llegó antes que yo.
En Cabo Delgado, identificamos el distrito de Macomia como un área prioritaria. Fue atacado por militantes en 2020 y había permanecido aislado del resto de la provincia. En nuestro tercer intento, finalmente obtuvimos autorización para una visita de un día, solo en vehículos blindados.
Los últimos 40 kilómetros del viaje fueron los más intensos. Paramos para ponernos cascos y chalecos antibalas. Esta fue una diferencia respecto a mis experiencias anteriores en áreas controladas por los rebeldes del este de la República Democrática del Congo. El camino era estrecho y apartado, con vegetación salvaje a ambos lados. Si hubiera habido un ataque, no habríamos podido hacer mucho.
Afortunadamente, llegamos sanos y salvos y comenzamos un recorrido por la ciudad principal. Hablé con una mujer que trabajaba para el gobierno local y cuya casa fue destruida por los militantes. “Dejamos todo y corrimos. Me escondí en el bosque por unos días y huí a Pemba a pie”, dijo la mujer.
Nuestro objetivo era implementar proyectos de medios de vida y servicios sociales para apoyar a mujeres como ella. También nos reunimos con socios del sector privado para trabajar en la restauración de las infraestructuras básicas.
De vuelta a Túnez
Después de completar esta tarea, volé de regreso a Túnez. La oficina de Pemba ahora tiene un nuevo gerente, quién está trabajando en base a lo alcanzado por los colegas del PNUD que estuvieron antes que él.
Comenzar mi año con la capacitación más larga del PNUD y luego ser enviado a dos misiones importantes me hace apreciar aún más SURGE. En un mundo donde las crisis como los conflictos y los desastres se han vuelto más frecuentes y destructivas, SURGE hace que el PNUD sea más relevante que nunca.