El camino menos transitado
Cómo crear una nueva senda para el turismo sostenible
Cuando el mundo se paralizó por la pandemia de COVID-19, asistimos a algo nunca antes visto. Los monumentos culturales, restaurantes, teatros, hoteles y estadios deportivos se vaciaron, las ciudades cosmopolitas de Europa y las Américas que suelen recibir y entretener a millones de visitantes por día se quedaron en silencio. Las prístinas playas de Asia sudoriental, el Pacífico Sur y el Caribe quedaron a su vez desiertas. Los grandes parques naturales volvieron a ser de uso casi exclusivo de los animales que los habitan.
Por primera vez en la vida, casi todas las personas que pudieron hacerlo se quedaron en casa.
El turismo es una industria de varios billones de dólares que genera el 7% del comercio mundial, emplea a una persona de cada diez en la tierra, y da trabajo a otros cientos de millones de personas.
Antes de la pandemia, la ONU declaraba que el turismo crecía más rápido que la economía mundial durante 10 años consecutivos.
Ahora es una de las industrias que más ayuda necesita. La ONU informa que en los primeros cinco meses del año se perdieron US$320.000 millones, mientras que la Organización Mundial del Turismo estima que el sector registrará una caída de entre el 60% y el 80% a fin de año.
Hay hasta 120 millones de empleos directos que corren peligro. Muchos de estos pertenecen a la economía informal, lo que ha tenido consecuencias particularmente graves para las mujeres y los jóvenes, quienes conforman la mayoría de la fuerza laboral.
En total, las pérdidas podrían ascender a US$1,2 billones; por mucho, la peor crisis que haya enfrentado el turismo internacional desde que se comenzó a llevar un registro en 1950.
Los efectos se hacen sentir con más intensidad en África y los pequeños estados insulares. Numerosos países del Caribe dependen del turismo para cerca de la mitad de su producto interno bruto. En países como Palau, en Micronesia, el sector representa hasta el 90%. Irónicamente, muchas de estas pequeñas naciones han logrado escapar casi por completo de los efectos sanitarios de la COVID-19, pero aún se ven afectados por la falta de turistas.
“Esta crisis supone un duro golpe para las economías desarrolladas y constituye una emergencia para las personas más vulnerables y los países en desarrollo”, declaró Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
El PNUD desde hace tiempo reconoce la importancia del turismo como forma de promover la conservación, empoderar a las comunidades indígenas, alentar el desarrollo económico y brindarle a la mayor cantidad de gente posible la oportunidad de experimentar lo mejor que las culturas del mundo, tanto las antiguas como las modernas, tienen para ofrecer.
Si bien esta crisis pone al descubierto las profundas fragilidades inherentes a un sistema que depende de trabajadores sin ningún tipo de red de seguridad social, también representa una oportunidad para construir una industria del turismo verde que ofrezca empleos valiosos y seguros y que a la vez proteja el medio ambiente.
En el corto plazo, el PNUD está trabajando con sus socios no solo para prestar apoyo a las pequeñas empresas que dependen del turismo y que han agotado sus ingresos, sino también para planificar un futuro donde el turismo, cuando pueda volver a operar, adquiera mayor significado para los anfitriones locales y sus visitantes, y contribuya a salvaguardar el mundo natural.
Hemos comenzado por apoyar a los trabajadores del turismo de Nepal que perdieron el empleo debido a la COVID-19, y a ayudar a las familias de la ruta de senderismo de Vía Dinarica en Bosnia y Herzegovina, que registraron una caída del 71% en el turismo internacional desde comienzos de año.
Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, en 2018 el turismo de vida silvestre generó US$343.600 millones y más de 21,8 millones de empleos. Estamos trabajando con The Lion’s Share para proteger a comunidades que trabajan con fauna silvestre en nueve países de África, Asia y América Latina y que atraviesan problemas financieros derivados de los efectos de la suspensión de los viajes internacionales por la pandemia.
Se han desembolsado más de US$400.000 en alianza con el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Estos se destinan a comunidades que protegen algunas de las formas de vida silvestre más amenazadas, como rinocerontes, elefantes, gorilas, tortugas marinas, tigres y tiburones. El desembolso las ayudará no solo ante la pérdida de empleo y las dificultades económicas resultantes, sino además con el incremento de la caza furtiva durante el confinamiento. El Banco Mundial informa que este año aumentó el número de guardas que perdieron la vida a manos de cazadores furtivos.
The Lions Share, una coalición entre empresas y socios de las Naciones Unidas que solicitan a las marcas que hagan una contribución cada vez que aparece la imagen de un animal en alguno de sus anuncios, aspira a recaudar hasta US$3 millones para financiar a las 40 organizaciones seleccionadas para recibir ayuda.
“Aprovechando el poder de las alianzas, The Lion’s Share ha logrado no solo movilizar fondos para la conservación y la vida silvestre, sino además el compromiso de empresas y consumidores en torno a este tema tan urgente”, afirmó Achim Steiner, Administrador del PNUD.
Las pandemias no duran para siempre y, con el tiempo, el turismo se recuperará. La pregunta es qué tipo de recuperación veremos. El PNUD está trabajando con su red internacional de socios para promover un futuro justo y sostenible para un turismo que asegure que nadie, ni ninguna tortuga marina, se quede atrás.