“Hemos encontrado nuestro espíritu emprendedor”.
La crisis de Siria está entrando en su noveno año y las comunidades vulnerables de los países vecinos han demostrado una gran solidaridad acogiendo a las familias desplazadas por la guerra. El PNUD está ayudando a los refugiados y a sus comunidades de acogida con una variedad de programas que generan ingresos y desarrollan capacidades y amistades, y esto es solo una parte de lo que hacemos para ayudar a las comunidades vulnerables a responder al impacto de la crisis en Siria. Al mismo tiempo que comienza la 3er Conferencia de Bruselas sobre el Futuro de Siria y la Región, el PNUD insta a los socios a unirse para apoyar a los 5,6 millones de refugiados y 3,9 millones de miembros vulnerables de las comunidades de acogida.
La gobernación del norte de Irbid es la zona más densamente poblada de Jordania, y abarca una comunidad activa que alberga al 21 por ciento de la población total de refugiados sirios en el Reino. Indudablemente, esto ha agotado a la economía en términos de recursos, el mercado laboral y los lazos comunitarios.
Con el objetivo de mejorar los medios de vida, mejorar las oportunidades de trabajo y fortalecer la cohesión social en Irbid, el proyecto de Intercambio de Habilidades del PNUD involucró a 89 jóvenes hombres y mujeres aprendices jordanos, y 48 expertos sirios en una experiencia única de creación de vínculos y redes de apoyo. Este proyecto forma parte del Programa Regional de Refugiados y Resiliencia que el PNUD encabeza con el ACNUR en los países que rodean a Siria, y en colaboración con socios y ONGs nacionales.
Con foco en seis areas principales, los capacitadores sirios compartieron abiertamente su experiencia y habilidades con los entusiastas jóvenes jordanos.
Casi dos años después, estos vínculos han tenido un impacto transformador. Equipados con nuevas habilidades y conocimientos, los jóvenes jordanos han podido crear sus propios proyectos y negocios, y aumentar sus ingresos para financiarse a sí mismos y a sus familias.
Sanaa era una joven jordana que buscaba iniciar su propio negocio de costura y cuyo encuentro con su entrenadora siria, Nadia, le cambió la vida. “Comencé con cero conocimientos sobre costura. Nadia me ha enseñado todos los conceptos básicos de corte y confección, y cómo operar una máquina de coser”, dice. Hoy, con el apoyo incondicional de Nadia, ha establecido una clientela a la que atiende en su propia casa.
Sanaa también ha encontrado inspiración en sus hijos. Para el “Día Amarillo” en la escuela de su hija Sawsan, y después de buscar incansablemente un atuendo en el mercado, Sanaa decidió poner en práctica su aprendizaje y cosió un vestido vibrante para hacer juego con la personalidad alegre de su hija.
“Tengo la bendición de poder poner una sonrisa en las caras de mis hijos”, dice Sanaa.
Con dificultad para mantener un ingreso, Islam y Fátima participaron en el proyecto para aprender los aspectos fundamentales de operar un negocio de producción de alimentos. Sus mentores sirios les proporcionaron consejos para el procesamiento de alimentos y orientación para dirigir sus negocios, permitiéndoles comenzar a ofrecer comidas diarias para estudiantes universitarios.
“Cuando operamos por primera vez, no teníamos competidores. Pero ahora, otras personas están viendo el valor de lo que estamos haciendo y han comenzado a hacer lo mismo. Hemos encontrado nuestro espíritu emprendedor y enfrentamos nuestros desafíos empresariales con orgullo, pasión y con la asistencia de nuestros mentores”, dice Islam.
“Esta experiencia nos ha hecho darnos cuenta de que tenemos más puntos en común que diferencias con nuestros compañeros sirios, lo que sin duda ha fortalecido la confianza y las relaciones entre nosotros”, dice Fátima.
Esto ha permitido a los mentores sirios ayudar a Fátima y a Islam a pulir sus habilidades y, a cambio, Fátima e Islam han comenzado a involucrar a sus mentores en los preparativos de grandes pedidos, pagándoles por sus contribuciones.
Sin embargo, estas relaciones entre mentores y aprendices se extienden más allá de la cocina, ya que las mujeres comparten un vínculo especial, manteniéndose en contacto y a menudo reuniéndose para tomar té o café.
Ghandi es un carpintero sirio que generosamente transmitió su experiencia a través del proyecto de Intercambio de Habilidades del PNUD a Rami, un joven jordano ansioso por aprender y sobresalir en este oficio.
Después de completar el proyecto, Ghandi fue testigo de la pasión y dedicación de Rami. El dúo unió sus esfuerzos y su capital y formó una sociedad comercial que ha mejorado su productividad y ampliado su base de clientes. Ambos trabajan a tiempo completo en su negocio y pueden ganar lo suficiente para mantenerse económicamente.
“Puse mi mano en la suya y formamos esta asociación. Juntos estamos mejor”, dice Ghandi.
Estos vínculos únicos creados a través del intercambio de habilidades continúan floreciendo, destacando el poder en la cooperación para promover la confianza, la prosperidad y la cohesión.
Por PNUD Jordania