La vida en tiempos de confinamiento

ONU Desarrollo
9 min readOct 20, 2020

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Cómo utilizar las redes sociales para ayudar a los grupos vulnerables a acceder a servicios de VIH durante la pandemia de COVID-19

Fredy, trabajador de alcance comunitario de la Asociación de Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá, o Asociación de Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá (AHMNP), se comunica con sus clientes a través de las redes sociales durante la pandemia.

En respuesta al creciente número de casos de COVID-19, Panamá impuso rigurosas restricciones para controlar la propagación de la enfermedad. Se limitó a seis el número de horas que las personas podían permanecer fuera de casa semanalmente, fijándose días alternos de salida para hombres y mujeres. Si bien las medidas tuvieron cierto éxito y dieron lugar a la relajación gradual de las restricciones, se ha agudizado la preocupación en torno a los efectos del confinamiento en grupos vulnerables, en particular aquellos en mayor riesgo de adquirir el VIH.

Aislados en sus casas durante seis meses, las trabajadoras sexuales, los hombres que tienen sexo con otros hombres y la población trans tuvieron que enfrentarse a una nueva y aterradora realidad. Ante el cierre o la rehabilitación de instalaciones de atención médica para combatir la COVID19, el acceso a servicios de VIH que salvan vidas empezó a dificultarse. Las mujeres trans empezaron a encarar la amenaza de una discriminación creciente al salir de sus casas en días específicos, en tanto que las trabajadoras sexuales enfrentaban el dilema de hundirse más en la pobreza o seguir trabajando, exponiéndose ellas y sus clientes a un riesgo mayor.

Una rápida adaptación

“Antes íbamos a sitios públicos — parques, paradas de autobús, discotecas — que eran puntos de encuentro para hombres jóvenes. Nos reuníamos, dábamos charlas y distribuíamos condones. Con la pandemia eso tuvo que cambiar”, explica Fredy, un promotor de salud de comunitaria de la Asociación de Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá (AHMNP).

Al ser una de las organizaciones locales asociadas al PNUD, AHMNP presta servicios de salud preventiva y educación a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT) en Panamá, haciendo hincapié en el respeto y la defensa de los derechos humanos. Gracias a la relación de larga data forjada con grupos vulnerables, la situación de las organizaciones comunitarias fue propicia para escuchar y apoyar a las personas a acceder a servicios de atención médica. El resultado de esas conversaciones fue un enfoque digital que se vale de plataformas de medios sociales y varias aplicaciones populares.

“Nos identificamos y explicamos quiénes somos”, prosiguió Fredy.

“Muchos están de acuerdo en recibir información, otros sencillamente dicen que no están interesados. Les decimos que, si en algún momento quieren obtener información, pueden buscarnos en las redes; estaremos disponibles ahí para hablar”.

Fredy trabaja desde casa y mensualmente contacta a unas 60 personas en línea. El poder de las redes sociales, cuyos usuarios ascienden a 2,4 millones en Panamá, es decir, un poco más de la mitad de la población, radica en el hecho que los promotores de salud comunitaria pueden interactuar de manera segura con la gente desde sus casas. Una vez establecida la relación, los usuarios alcanzados se remiten a lugares seguros para recibir servicios de VIH, lo que recalca la vital importancia de asegurar que las interacciones en línea redunden en un mayor número de personas que se hagan a la prueba, conozcan su situación o practiquen el sexo seguro.

El poder de las redes sociales, que son utilizadas por 2,4 millones de personas en Panamá, o algo más de la mitad de la población, radica en el hecho de que los trabajadores comunitarios pueden interactuar con las personas de forma segura en sus hogares.

Muchos hombres jóvenes rechazan la prueba del VIH en la primera conversación, por lo que es importante mantenerse en contacto’, continuó Fredy.

Un aspecto decisivo para ello fue el acuerdo al que se llegó con el Ministerio de Salud durante las primeras semanas del confinamiento, gracias al cual los servicios de VIH pueden prestarse en las oficinas de organizaciones locales de la sociedad civil. La creación de un espacio seguro fue fundamental, por cuanto se calcula que el miedo a la discriminación ha ocasionado que 3 de cada 10 personas que viven con VIH en América Latina se abstuvieron de acceder a los servicios en medio de la pandemia por COVID-19.

En total, AHMNP llevó a cabo 489 pruebas de VIH entre el 14 de mayo y el 10 de septiembre de 2020, de los cuales 78 dieron resultados positivos confirmados. El 95% de esos casos positivos han iniciado terapia antirretroviral.

Anthony vive en Ciudad de Panamá y conoció a Fredy a través de una aplicación popular.

“Fredy se comunicó conmigo por chat y me explicó la diferencia entre el VIH y el sida y otras enfermedades de transmisión sexual sobre las cuales no era mucho lo que yo sabía. También hablamos de la posibilidad de hacerme la prueba del VIH”, explicó.

“No he tenido ninguna relación sexual en un año, de tal manera que estaba confiado en que el resultado sería negativo, y así fue. Si la prueba hubiera sido positiva me habría desplomado”, continuó.

Anthony se ha mantenido en contacto con Fredy y considera que el apoyo que ha recibido ha sido de utilidad.

“Dejó la posibilidad abierta para atender cualquier pregunta y me garantizó confidencialidad. También me dijo que el trabajo que ellos realizan cuenta con el respaldo del Ministerio de Salud”, continuó Anthony.

La confidencialidad reviste particular importancia cuando se usan las plataformas sociales, y los trabajadores comunitarios tienen cuidado en presentarse abiertamente al iniciar cualquier interacción y explicar su papel. El compromiso que demuestren las organizaciones en mantener la privacidad y la confidencialidad es coherente también con la legislación nacional.

Clínicas amigables

“Empecé con 30 contactos, y ese número creció vertiginosamente. Compartimos información sobre el uso de condones, pruebas del VIH y pruebas para la detección de otras enfermedades”.

Para Fulvia Saldaña, una promotora de salud comunitaria vinculada a la organización Viviendo Positivamente, establecer contacto con trabajadoras sexuales significaba, por lo general, reunirse con ellas en su lugar de trabajo. El confinamiento propiciado por COVID-19 cambió esa dinámica y la organización hizo la transición para emplear una aplicación popular tras determinar que ese era el medio a través del cual las trabajadoras del sexo contactaban a sus clientes y anunciaban sus servicios.

Clientes se registran para Vivir Positivamente.
Una trabajadora sexual espera ser vista en Viviendo Positivamente.

“Trabajaba en un bar y fue allí donde conocí por primera vez a personas de Viviendo Positivamente. Antes no tenía ningún control sobre mi salud. Ahora tengo chequeos médicos periódicos. A raíz del cierre del bar manejo a mi clientela a través de una aplicación popular. El volumen de trabajo ha disminuido, pero he seguido trabajando”, dice Cindy, una trabajadora sexual.

Un aspecto importante de la labor de Fulvia es dar a conocer las clínicas amigables en las que las trabajadoras sexuales tengan acceso gratuito a atención psicológica y exámenes médicos. Edith frecuenta una clínica amigable en la provincia de Panamá Oeste, a 20 minutos de Ciudad de Panamá.

“Viviendo Positivamente me enseñó a cuidar de mí misma. Uno piensa que sabe cómo hacerlo, pero ellos lo abordan en detalle. Las clínicas me dieron condones y lubricantes. El hecho de que todo fuera gratuito me hizo dudar al principio, pero cuando me contactaron por video llamada, comprobé que era legítimo. Los servicios que prestan me ayudan a ahorrar dinero y la atención es realmente buena”, explica.

A pesar de que actualmente no está trabajando porque tiene dos pequeños hijos en casa, Edith se mantiene en contacto con Fulvia, la trabajadora de extensión comunitaria que la contactó.

“Me parece que la promotora es digna de confianza, lo cual es importante para mí”, agregó.

Una población olvidada

“Autorizaron que nuestra organización reanudara actividades el 1 de junio debido al aumento en el número de personas con resultados positivos de VIH”, indicó Venus Tejada, presidenta de la Asociación Panameña de Personas Trans.

“El problema era cómo llegar a la oficina, cómo nos perciben cuando salimos a la calle. No es fácil; somos una población olvidada”.

Debido a que el sistema de salud pública estaba totalmente abocado a atender la pandemia de COVID19, el Ministerio de Salud autorizó que Viviendo Positivamente ofreciera pruebas del VIH y servicios de salud en sus oficinas. Venus calcula que hay aproximadamente 2.000 transexuales registrados ante la organización, de los cuales 90% son trabajadoras sexuales. Sin apoyo económico, muchas se arriesgan a trabajar en las calles desde tempranas horas del día, exponiéndose no solo a COVID-19 sino también a la discriminación y a la posibilidad de ser detenidas por las autoridades.

“Las mujeres tenían miedo, pero salieron a trabajar porque es la única manera que tienen de generar ingresos. Dados los cambios en las horas que podemos salir, el horario de trabajo es diferente. Muchas se vieron obligadas a hacer trabajo sexual durante el día, con el mayor riesgo que eso conlleva en términos de discriminación”, agregó Venus.

Debido al escaso apoyo disponible y sin ningún otro medio de generar ingresos, las mujeres se enfrentaron a una dura elección.

“Preferiríamos morirnos de COVID que morirnos de hambre”, explicó.

Para las promotores comunitarias el contacto visual es de crítica importancia.

“Nuestra meta ha sido asegurarnos de poder estar cerca de ellas durante este período. Utilicé mi teléfono celular para hacer llamadas y en tres meses me puse en contacto con 45 personas. Recurro a video llamadas para mostrar la cara y forjar confianza”, explica Leanis Zúñiga, promotora de Viviendo Positivamente.

Al consolidar relaciones en línea, Leanis ha logrado instar a más mujeres a acercarse a la organización para tener acceso a los servicios de salud que ésta ofrece.

Leanis Zuñiga, trabajadora de extensión comunitaria de Viviendo Positivamente da una presentación a los clientes.
Un cliente habla con Leanis Zuñiga.

“Me interesó por lo que podía aprender. Me enseñaron cómo usar condones y, en general, a protegerme. Yo ya conocía a Leanis y cuando empezamos a conversar por chat en una aplicación popular, me explicó los servicios que la organización ofrece y fue por eso por lo que terminé viniendo”, indicó Mónica, una mujer transexual.

Protección de las respuestas de VIH

Si bien los enfoques digitales han establecido un canal de comunicación fiable y regular durante la pandemia, las organizaciones también han observado un aumento apreciable de las necesidades. Recientemente AHMNP registró el número más elevado de pruebas positivas de VIH entre hombres que tienen sexo con otros hombres en los últimos tres años de funcionamiento. Aun así, la limitación de recursos significa que de los 14 trabajadores de promoción comunitaria actualmente empleados, solo 5 seguirán trabajando en los próximos meses.

Con recursos del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (el Fondo Mundial), el PNUD ha venido apoyando la respuesta al VIH en Panamá desde 2015. En estrecha colaboración con el gobierno y organizaciones asociadas locales, los esfuerzos se han centrado en apoyar a las poblaciones de mayor riesgo para que accedan a servicios de prevención, tratamiento y atención del VIH. Gracias a ello más de 12.800 personas tienen hoy acceso a terapia antirretroviral y 18.800 personas están recibiendo asesoría y pruebas.

Las repercusiones de la pandemia de COVID-19 amenazan con descarrilar el progreso alcanzado en la lucha contra el VIH. Las encuestas del Fondo Mundial en más de 100 países muestran que hasta un 75 por ciento de la prestación de servicios para atender el VIH, la tuberculosis y la malaria se ha visto afectada como resultado de la pandemia de COVID-19, calculándose que las muertes relacionadas con el SIDA podrían duplicarse en el próximo año, eliminando así más de 10 años de logros duramente conseguidos. El mundo debe invertir urgentemente en defender el progreso alcanzado en materia del VIH, la tuberculosis y la malaria, luchar contra COVID-19 y salvar vidas de esas cuatro enfermedades.

Una trabajadora de alcance comunitario en Viviendo Positivamente demuestra cómo usar un condón.
Fulvia Saldaña, trabajadora de extensión comunitaria de la organización Viviendo Positivamente habla con una de sus clientes.

De conformidad con el Plan Estratégico del PNUD para 2018–2021 y su Estrategia sobre el VIH, la Salud y el Desarrollo para 2016–2021: Conectando los Puntos, el PNUD se asocia con el Fondo Mundial, los gobiernos y la sociedad civil para apoyar y fortalecer las respuestas nacionales multisectoriales al VIH, la tuberculosis y la malaria, prestando apoyo integrado en materia de políticas, programas y desarrollo de capacidad. Hasta la fecha, esto ha dado lugar a que 51 millones de personas se hagan la prueba del VIH.

Fotos: PNUD/Grey Díaz

[1] https://datareportal.com/reports/digital-2020-panama

[2] https://www.unaids.org/en/resources/presscentre/featurestories/2020/june/20200624_hiv-treatment-latin-america

[3] https://www.who.int/news-room/detail/11-05-2020-the-cost-of-inaction-covid-19-related-service-disruptions-could-cause-hundreds-of-thousands-of-extra-deaths-from-hiv

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