Los datos combaten la desnutrición infantil en Honduras
Cuando la joven madre Silvia Barrera lleva a su hijo al centro de salud comunitario en Tomalá, Honduras, es uno de los tantos padres que prestan mucha atención al crecimiento de su hijo. “La última vez pesó cinco kilos, ahora pesa seis”, dice ella.
Tomalá se encuentra en Lempira, en el oeste de Honduras, y tiene la tasa de desnutrición infantil crónica más alta del país, muy por encima del promedio en América Latina. La región también está experimentando cada vez más sequías y más duraderas debido al aumento de las temperaturas, lo que dificulta que las personas siembren y vendan sus cultivos para alimentar a sus familias.
La desnutrición infantil es un problema complejo enraizado en factores sociales, económicos y ambientales. “El desafío para nosotros como comunidad es unir fuerzas”, dice la Dra. Teresa de Jesús, quien trabaja en el centro de salud. “Centrarse solo en la salud no funcionará, el ingreso familiar y las condiciones de vivienda también limitan el desarrollo del niño y aumentan el riesgo de desnutrición”.
Para apoyar a familias como la de Silvia Barrera, Honduras se está asociando con la ONU para diseñar soluciones integradas de desarrollo que aborden los muchos problemas que contribuyen a la desnutrición, impulsando el progreso a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El análisis integrado de los datos
El PNUD proporciona una contribución clave con el “Combo ODS”, un conjunto de acciones que abordan todos los aspectos de un desafío de desarrollo multidimensional, como lo es la desnutrición infantil.
Las formas innovadoras de recopilar y combinar datos respaldan este trabajo. Las respuestas de las personas acerca del suministro de servicios, los datos de las ONG, los datos satelitales y los llamados registros administrativos georreferenciados que recopilan cientos de indicadores sobre exclusión, ayudan a mapear las necesidades de millones de personas.
Con este panorama exhaustivo, el “combo” se centra en los puntos más profundos de la pobreza donde las personas corren el riesgo de quedarse atrás. En Lempira, este análisis revela cómo la educación, la degradación de la tierra, la infraestructura, la vivienda y las oportunidades de trabajo están conectadas y conducen a la desnutrición.
Así es como Honduras ha establecido un conjunto de sistemas de atención y políticas de protección social para los niños y sus familias que monitorean la salud del niño y responden a sus necesidades. Estos sistemas, por ejemplo, mejoran las condiciones de vivienda y apoyan a las familias con recursos esenciales como refrigeradores para conservar los alimentos.
De esta manera, la casa de Olga fue seleccionada para equiparse con un nuevo piso y techo. “Estaba tan preocupada que el techo se caería. Pero con esta nueva casa, puedo ahorrar en mantenimiento y gastar más en mis hijos”, dice ella.
Esperanza López, alcalde de Tomalá, cree en este enfoque integrado para combatir la desnutrición infantil. Su municipio ha adoptado un plan de desarrollo estratégico que está alineado con la Agenda 2030 y trabaja con acciones integradas para asegurar que cada niño esté bien alimentado.
“¿Cuál es nuestro sueño? Es liberar a nuestra gente del círculo de la pobreza, porque si hacemos eso, podremos cambiar sus vidas para siempre”, dice ella.
Para obtener más información sobre las soluciones integradas, haz clic aquí (en inglés).
Fotos: PNUD Honduras/José Mario Lagos