Raquel enseña a compartir
Raquel parecía ser un bebé saludable, pero desde el principio sus padres, María Aparecida y Tiago Rodrigues, comenzaron a sospechar que algo estaba mal. A los cinco meses no quedaba duda. Una hinchazón inusual en su cabeza reveló lo que había pasado inadvertido en las pruebas prenatales: Raquel sufría de hidrocefalia, conocida como “agua en el cerebro”, una rara condición médica caracterizada por la acumulación de líquido en las cavidades internas del cerebro.
“Cuando nació Raquel, no sabíamos de este problema; ¡ella era perfecta para nosotros! Pero, después de cinco meses, cuando su cabeza comenzó a hincharse, la llevamos a un médico. Dijo que Raquel tenía hidrocefalia. Tenía ocho meses cuando fue a cirugía”, dice Tiago.
Hoy, a los cuatro años, Raquel todavía no puede caminar por sí misma. Solo cuando su padre la toma de las manos, manteniéndola erguida y ayudándola a moverse, ella puede dar pequeños pasos. “Hacemos todo por ella. Es como que somos sus piernas hasta que aprenda a caminar”, dice Tiago.
Márcia Meiry dos Santos es una de las representantes del Programa Criança Feliz (Infancia Feliz) en Parnamirim, en el estado nororiental de Rio Grande do Norte, en Brasil. Durante más de un año, ha estado trabajando con María Aparecida, Tiago, Raquel y sus dos hermanos menores.
Los movimientos de Raquel solían ser muy limitados. Pero desde el inicio de las sesiones de fisioterapia en 2018, su desarrollo motor se ha vuelto notable.
Raquel incluso ha podido asistir a una escuela local, donde va acompañada por su padre. La presencia de Tiago, sin embargo, no parece interferir con la autonomía de la niña. “Como el padre está en la escuela, le pedí que se quedara cerca, pero no dentro del aula, porque he visto que ella interactúa bien. Me dirijo a él solo si lo necesito”, dice Paula Germana Franco Dantas, la maestra de Raquel.
El personal de la escuela se ha sorprendido por las habilidades académicas y sociales de Raquel. “Ella incluso resuelve conflictos. Le enseña a un compañero de clase a compartir. Una vez noté que un niño le robaba el juguete a otro niño y ella dijo ‘No, no puedes tomarlo’ ”, dice Franco Dantas.
Compartir es una de las lecciones que Raquel aprende de las visitas domiciliarias, que son el primer pilar del programa Criança Feliz. Cuatro veces al mes, Márcia va al hogar familiar y ejecuta la metodología conocida como “Atención al Desarrollo Infantil”, implementada por la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
“Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez”, dice Raquel en inglés, demostrando que ya ha aprendido a contar en ese idioma. La niña también sabe el alfabeto en portugués y puede nombrar colores en inglés y español.
El objetivo principal de las visitas es contribuir al desarrollo en la primera infancia y fortalecer el vínculo familiar a través del juego y otras actividades. Esto ayuda a construir relaciones de confianza y a desarrollar habilidades cognitivas, físicas, sociales y emocionales.
“Es un gran intercambio de experiencias, no solo para las familias, sino también para nosotros que los visitamos. Aprendemos lecciones de por vida. Y no es solo la casa de Raquel, visitamos muchos hogares y cada familia es una experiencia única”, dice Dos Santos.
La tarea no es fácil. La coordinadora del Programa de Criança Feliz en Parnamirim, Izabelly Padilha Siqueira, dice que el primer contacto requiere un esfuerzo de equipo: “Las familias tienen dificultades al principio, sentarse en el piso para ejecutar el método con la criatura. Porque piensan que es trivial y que no va a funcionar. Pero luego comienzan a darse cuenta de que es capaz, a niveles más allá de lo que imaginaban. Es cuando las cosas empiezan a fluir”.
El programa Criança Feliz se une a las políticas públicas de asistencia social, educación, cultura, salud, derechos humanos y derechos de los niños, niñas y adolescentes. Los representantes actúan como puentes para esta red de asistencia, coordinando con el Centro de Referencia de Asistencia Social y el Sistema Unificado de Asistencia Social.
La iniciativa se lanzó en 2016 con el objetivo de ampliar la atención de la primera infancia en Brasil.
Las visitas domiciliarias apuntan a combatir la pobreza al reducir las vulnerabilidades sociales, aumentar los ingresos e incluir a los niños y sus familias en los servicios públicos. “El programa crea una red de protección social. La persona que visita puede ser un camino para que los niños tengan acceso a los servicios básicos. A menudo nos damos cuenta de que las familias no saben que existen ciertos servicios de asistencia o cómo acceder a ellos. Todo constituye un esfuerzo masivo; un gran desafío”, dice la Secretaria Nacional de Promoción del Desarrollo Humano, del Ministerio de Ciudadanía, Ely Harasawa.
Para la analista del programa del PNUD a cargo del proyecto, es indispensable más atención e inversiones dirigidas a los niños y niñas para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
“El programa nos ofrece la oportunidad de considerar la primera infancia como un tema prioritario y un objetivo ineludible para el logro del desarrollo sostenible, buscando poner a los niños vulnerables en el foco central de nuestras acciones. Las iniciativas de este tipo son evidencia de que el liderazgo local, nacional e internacional está cumpliendo su rol y tomando acciones que son indispensables para lograr los objetivos globales más ambiciosos”, dice la analista del programa del PNUD, María Teresa Amaral Fontes.
Fotos: PNUD Brasil/Jéssica Chiareli. Edición de fotos: Rico Cruz, pasante de Fotografía en el PNUD Nueva York.