Refugio en el ojo de la tormenta
Por Ahmed Mohamed Shihab, Analista de Programas de la Unidad de Resiliencia y Cambio Climático del PNUD en Maldivas.
Todo lo que he oído acerca de sobrevivir a un tsunami es sencillo y va al grano: moverse a un terreno más elevado y avanzar hacia el interior.
Tiene todo el sentido para la mayoría de las personas, ya que apela a nuestro instinto básico de alejarnos del peligro y salir de la zona de riesgo. No obstante, en Maldivas, donde vivo, esas instrucciones traen más confusión que confianza a las personas, y pueden costar vidas.
Estamos rodeados de agua
Estaba en casa durmiendo cuando el maremoto azotó Maldivas en diciembre de 2004. Después de que me sacaron de la cama, corrí afuera y me di cuenta de que la calle estaba inundada. Veía gente intentando sacar el agua, confundida e insegura. Cuando el agua me llegaba a las rodillas, se disipó el caos a mi alrededor y, por un instante, pensé que la isla se hundía.
Somos una nación insular en el Océano Índico compuesta por un delicado ecosistema de arrecifes de coral. Casi el 80 por ciento de nuestras islas se encuentra a menos de un metro sobre el nivel del mar. Solo tres de las 186 islas habitadas tienen más de tres kilómetros cuadrados. Por lo tanto, cuando nos golpea un tsunami, no hay interior a dónde escapar, pues la otra orilla está a apenas unos minutos de distancia. Encontrar un punto más elevado es igualmente difícil, ya que la mayoría de nuestras islas solo tienen unos pocos edificios de dos pisos.
La verdad es que no podemos utilizar soluciones tradicionales como respuesta a los maremotos. Nuestras islas son planas y están rodeadas de agua en abundancia. De todo lo anterior surge la siguiente pregunta: ¿qué podemos hacer cuando nos alcance el próximo tsunami?
Buscar refugio en el ojo de la tormenta
La respuesta final se encuentra en el océano: una evacuación marítima. A cierta distancia de la costa, donde las profundidades alcanzan los 100 metros, las olas del tsunami tienen solo unas pocas pulgadas. Como gigantes dormidos, pasan por debajo sin dar ninguna indicación de lo que está por venir. Sin embargo, una evacuación marítima exitosa requiere planificación, coordinación y práctica.
La realidad es que la mayor parte de nuestras islas no tiene suficientes barcos para montar una evacuación total. La disparidad económica y dispersión geográfica de las islas es de por sí un problema serio, y las islas que encabezan las tablas de riesgo de tsunami son generalmente las más vulnerables, lo cual agrava aún más la situación.
Sabiendo que nada de esto era alentador, pusimos manos a la obra. Queríamos ir más allá de un simple simulacro, crear un programa completo de preparación y educación, así es que organizamos un grupo de trabajo nacional. Encontramos socios dedicados en el Ministerio de Educación, el Centro Nacional de Gestión de Desastres, la Media Luna Roja de Maldivas, el Servicio de Incendios y Rescate de la Fuerza de Defensa Nacional de Maldivas, el Servicio de Policía y los Servicios Meteorológicos del país.
Una escuela, una isla
En el PNUD Maldivas creemos que los niños son agentes de cambio. Cuando enseñamos a los niños a reconocer y responder a los desastres, ellos a su vez educan a sus familias y a sus comunidades. En el primer simulacro escolar de evacuación en caso de tsunami en Maldivas, movilizamos a más de 550 estudiantes en GA. Villingili. Prefiero creer que ese día hubo al menos 550 conversaciones interesantes sobre preparación en caso de tsunami.
Con sesiones dedicadas, una audiencia de la comunidad y nuestros jóvenes agentes de cambio, logramos pasar del ámbito de la escuela y llegar hasta la comunidad en su conjunto. Todos saben que la mejor solución es una evacuación por barco, pero si no tuvieran esa opción, ahora están mejor informados y preparados para pasar a la siguiente acción recomendada: agruparse en edificios elevados en zonas de bajo impacto.
Con la financiación del Gobierno del Japón, replicaremos estos simulacros en otras cuatro islas. Los resultados y las lecciones aprendidas en GA. Villingili sentarán las bases para el diseño de todos nuestros simulacros en el futuro. Las directrices definitivas que produzcamos serán adoptadas por el Ministerio de Educación e integradas en planes de operaciones de emergencia en las escuelas de todo el país.