Solo juntos podemos poner fin a la violación más generalizada de los derechos humanos

ONU Desarrollo
7 min readNov 23, 2022

Súmate a los 16 días de activismo contra la violencia de género

© Ilustración por Neda Hajmomeni

A cinco años de la irrupción del movimiento #MeToo, la violencia de género sigue siendo la violación más generalizada de los derechos humanos, un flagelo que se da en todos los rincones del mundo. Una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual, con índices que se han mantenido en niveles alarmantemente altos durante la última década.

Los efectos de la pandemia de COVID-19, que todavía se hacen sentir, y la oposición a los derechos de las mujeres no hacen más que empeorar la situación, suponen una amenaza para el progreso en las conquistas de igualdad de género y aumentan los riesgos de violencia de género. Desde el brote de la pandemia, una de cada cuatro mujeres ha reportado un incremento de los conflictos en el hogar.

Esta forma de violencia no solo lesiona los derechos de las mujeres y las niñas, sino que además detiene el progreso hacia la construcción de un mundo más sostenible y con más igualdad. La eliminación de la violencia de género guarda relación con todos los aspectos del desarrollo sostenible, desde una gobernanza inclusiva y efectiva, hasta economías propicias para las mujeres, pasando por la protección de un planeta saludable y pacífico.

En contextos de crisis, detener la tendencia brutal de la violencia de género es fundamental para recuperar mejor, y para forjar la paz y la resiliencia a largo plazo. Para obtener los mejores resultados, las iniciativas orientadas a poner fin a la violencia de género deben ser parte integral de otras áreas del desarrollo.

El PNUD lleva adelante esta labor colaborativa contra la violencia de género en 96 países, entre otras cosas, a través de la Iniciativa Spotlight, una alianza entre la Unión Europea y las Naciones Unidas. El proyecto “Eliminación de la Violencia de Género y Logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, una iniciativa conjunta entre el PNUD y la República de Corea, ha ensayado una serie de enfoques nuevos e innovadores en siete países. Los resultados son promisorios, pues muestran que cuando los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y otros socios trabajamos juntos aumentan las posibilidades de producir este cambio.

Consulta más información sobre estos 16 días de activismo contra la violencia de género.

Agrupaciones por los derechos de las mujeres y movimientos feministas

En todo el mundo, la acción colectiva de las mujeres es la piedra angular del cambio social. El activismo y la incidencia de las líderes y las organizaciones por los derechos de las mujeres han sido decisivos para generar una conciencia y un impulso sin precedentes para prevenir la violencia de género y responder a esta, sobre todo desde que surgió el movimiento #MeToo.

En el distrito de Villa El Salvador en el Perú, que tiene una amplia trayectoria de activismo comunitario y liderazgo de base de las mujeres, aproximadamente la mitad de ellas experimentaron violencia de género en 2018. En respuesta, el Proyecto JUSTA trabajó para el empoderamiento de una red de líderes mujeres en el distrito y organizó un proceso participativo encaminado a desarrollar y formular el presupuesto de una serie de planes de prevención de la violencia de género.

“La creación de una red de organizaciones y líderes mujeres en el distrito ha permitido que se escuchen nuestras voces”, afirma Vilma Arce Oyolo, integrante de JUSTA.

El papel de las instituciones públicas

Todas las instituciones públicas ―nacionales y locales― pueden ayudar a garantizar a su ciudadanía una vida digna libre de violencia, entre otras cosas, mediante la prestación de financiamiento y servicios y la formulación de políticas y leyes con justicia de género.

En la República de Moldova, equipos interdisciplinarios con participantes de varias instituciones públicas condujeron distintos procesos participativos dirigidos a diseñar planes de acción locales para responder a la violencia de género. Uno de los resultados del proceso encabezado por el PNUD y sus socios fue un centro especializado en la región de Gagauzia, en el cual se brinda asistencia social, psicológica y jurídica, así como asistencia en la búsqueda de empleo. Hasta ahora han recibido apoyo 531 nacionales de la República de Moldova y personas refugiadas ucranianas en ese país.

“Es imposible solucionar el problema de la violencia doméstica con una sola especialista; lo fundamental es actuar en equipo”, explica una integrante del grupo de trabajo regional interdisciplinario de Moldova.

Formación policial en Moldova. Foto: PNUD Moldova

Líderes tradicionales y comunitarios

Como consejeros, jefes y guías espirituales de confianza, los líderes comunitarios y tradicionales desempeñan un rol crucial en el establecimiento y la modificación de las normas sociales, además de mediar en disputas y facilitar importantes diálogos.

En el Iraq, se invitó a las parejas casadas que participan en los capítulos de subsistencia de un proyecto del PNUD a asistir a las sesiones quincenales para parejas en las que se las alentaba a forjar relaciones saludables y en pie de igualdad. Los líderes comunitarios participaron en una serie similar de talleres orientados a crear normas más equitativas para la comunidad. Con el tiempo, gracias a las actividades para prevenir la violencia de género y responder a esta que se incorporaron a un programa de recuperación económica más amplio se logró reducir la tasa de abandono de las participantes prácticamente a la mitad.

“Es la primera vez en la vida que escucho hablar de las cuestiones de género y de la violencia contra las mujeres. Me sentí animada y empoderada luego de asistir al curso en el que se reafirmaban mis derechos. Solía quedarme callada, pero ahora comprendo que tengo que hablar sin temor”, relata una participante líder de la comunidad.

Alcance comunitario en el Iraq. Foto: PNUD Iraq

El sector privado

El sector privado no solo tiene la responsabilidad de garantizar lugares de trabajo seguros y libres de discriminación, acoso y violencia de género, sino que además puede ayudar a ampliar el alcance y el impacto de los esfuerzos de prevención de la violencia de género. Un instrumento importante en este sentido es el nuevo Convenio sobre la violencia y el acoso, el primer tratado internacional en su tipo.

En el Perú, la campaña No Estás Sola, que apuntaba a dar mayor notoriedad a la violencia de género y a acercar los servicios a quienes los necesitaban durante la pandemia de COVID-19, trabajó en equipo con empresas como Starbucks, Natura y Cencosud. El resultado fue una campaña que se estima que llegó a una audiencia de 11 millones de personas, lo que la convirtió en la campaña de concienciación más exitosa de este tipo en el Perú.

“Esta era una causa muy cercana a la red Natura. Más de 2.000 mujeres se sumaron a apoyar esta causa. Para mí fue reveladora de una cuestión muy importante y sobre la que se sensibilizó a miles de mujeres”, declara una empleada de Natura.

La campaña No Estas Sola es una iniciativa conjunta entre el PNUD, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) y Cooperación Española (puedes encontrar sus redes sociales al final de esta página: https://www.noestassolaperu.pe/contacto/)

Arte y cultura

El arte y la cultura pueden ser un vehículo para transformar la vida de las personas al poner al descubierto las normas, asuntos y problemas sociales. Aunque las instituciones puedan propagar actitudes y dinámicas perjudiciales, también pueden emplearse para comunicar e incluso potenciar un deseo de cambio positivo.

En Bhután, el programa Gakey Lamtoen, la primera iniciativa de prevención de la violencia de género de este tipo en el país, organizó, principalmente al cargo de artistas, talleres y campamentos de innovación social para adolescentes. El programa resultó en actitudes y comportamientos más equitativos desde el punto de vista de la igualdad de género entre sus participantes, a tal punto que ahora se está ampliando a tres escuelas nuevas, en una asociación entre el Ministerio de Educación, la Comisión Nacional de las Mujeres y las Infancias y PNUD Bhután.

El programa ha propiciado un cambio, tanto para quienes participaron como para quienes lo facilitaron. Para Chado Namgyel, instructor de danza y facilitador de Gakey Lamtoen, esta supuso una oportunidad para enseñar de otra manera. “Antes nunca hubiera alentado ni permitido que una niña de nuestro estudio aprendiera esos movimientos tan dinámicos. Sin embargo, vienen y aprenden todo lo que les interesa”.

Participantes de Gakey Lamtoen en Bhután. Fotos: PNUD Bután

La violencia contra las mujeres y las niñas representa un freno para todo el mundo. Solo habremos de concretar la visión coherente y radical de futuro enunciada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un futuro en el que se hayan eliminado todas estas formas de violencia, si redoblamos con urgencia los esfuerzos globales.

Debemos afirmarnos en las lecciones y el impulso derivado del movimiento #MeToo y de otros, mediante el trabajo mancomunado para aprovechar cada oportunidad posible de crear un mundo auténticamente igualitario.

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