Volcán de Fuego: organización de la respuesta de emergencia
El 3 de junio de 2018, el Volcán de Fuego hizo erupción en la zona central del país, expulsando cenizas que alcanzaron los 6,000 metros sobre el nivel del mar y flujos piroclásticos que no tardaron descender por la barranca Las Lajas.
Nadie esperaba que aquel día despertaría la furia de este coloso, uno de los más activos entre los 33 volcanes clasificados en esa categoría, situado entre los departamentos de Escuintla, Chimaltenango y Sacatepéquez. El Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH) la definió como la erupción más fuerte de los últimos años.
Las fuerzas de socorro, bomberos y cientos de rescatistas acudieron a las zonas más devastadas. Miembros del Ejército de Guatemala y la Policía Nacional Civil trabajaron junto a los cuerpos de socorristas de la Cruz Roja Guatemalteca y rescatistas de la CONRED, con el apoyo de autoridades locales, líderes comunitarios y la población en general. El objetivo era rescatar al mayor número de personas. El saldo preliminar fue de siete muertos, 300 heridos y un millón de personas afectadas.
El 3 de junio, el Consejo de Ministros declaró Estado de Calamidad Pública en Escuintla, Chimaltenango y Sacatepéquez, los tres departamentos más afectados por la erupción.
Mientras continuaban las labores de rescate se vieron las muestras de solidaridad y ayuda de parte de los ciudadanos, entidades sociales, países amigos y organismos internacionales. La CONRED confirmó la declaratoria de Alerta Anaranjada Institucional.
Al 4 de junio el saldo registrado era de 65 incidentes, 1.702.130 personas afectadas, 3.265 evacuadas, 3.265 atendidas, 1,689 albergadas, 46 heridas y 25 fallecidas.
Representantes de CONRED elaboraron el plan de acción de respuesta a la emergencia por la actividad del volcán, la cual continuaba.
La asistencia humanitaria se movilizó en los primeros albergues habilitados, donde se dio prioridad a mujeres y niños. Se consideró desde el inicio buscar formas de distracción para los niños, ya que pasarían muchas horas en los albergues.
Se utilizaron locales comerciales como bodegas donde se hicieron las coordinaciones respectivas para ordenar y clasificar todos los productos, y distribuir a las personas según sus necesidades.
Por su parte, a través del sistema de las Naciones Unidas se activaron varios mecanismos de coordinación para dar respuesta a la emergencia. Las Naciones Unidas prestaron ayuda humanitaria y desplegaron a sus funcionarios, entre ellos del Programa de las Naciones para el Desarrollo (PNUD), cerca de la localidad de Escuintla para evaluar las condiciones de los albergues y gestionar la ayuda.
En la sede del PNUD, el Equipo de Apoyo para la Gestión de Crisis (CMST) respaldó la crisis de Nivel 1 y facilitó $300.000.
Tras la emergencia se dio paso a la fase de recuperación de los medios de vida. El PNUD, a través del Equipo Humanitario de País (EHP), lidera el Grupo de Recuperación Temprana, que se desplegó para apoyar los procesos de recuperación después del desastre, en el marco de las políticas públicas del país. Asimismo, se contempla la rehabilitación de las familias afectadas por la emergencia ocasionada por la erupción del Volcán de Fuego.
El 25 de junio, el EHP se reunió para dar seguimiento a las acciones y sentar las bases para el proceso de recuperación, que se llevará a cabo en los siguientes meses.
Mientras las labores de rescate continúan, también se dio inicio al traslado de materiales para la fase de construcción de Albergues Temporales Unifamiliares (ATUs).
Al 23 de julio las cifras oficiales ascendieron a 108 incidentes atendidos, con un saldo de 1.714.387 personas afectadas, 12.823 evacuadas, 8.543 atendidas, 2.878 albergadas, 27 heridas, 287 desaparecidas y 135 fallecidas.
La recuperación será la oportunidad de iniciar un proceso que transforme y a su vez repare. “Es clave en esta etapa tener presente quiénes son los actores del proceso de recuperación: en primer lugar, las comunidades, las personas afectadas, las organizaciones comunitarias, las microempresas, todo el tejido comunitario el cual tiene que ser parte activa en este proceso de largo aliento”, Ana María Díaz, Directora de País del PNUD.
PNUD GUATEMALA.
Fotos de CONRED y PNUD Guatemala.